José Manuel Fernández de Labastida: “Invito a las universidades privadas a que hagan investigación, no sé por qué no invierten”

José Manuel Fernández de Labastida (Madrid, 67 años) es físico teórico especializado en supergravedad, supersimetría, teoría de cuerdas y teorías de campo cuánticas de campos topológicas. Son algunas de las propuestas más avanzadas para intentar explicar los fundamentos del universo, y él trabajó en ellas en templos académicos como el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (donde también estuvo Albert Einstein) y el laboratorio europeo de física de partículas (CERN). A partir de los años 2000, el investigador dio un cambio a su carrera. Se centró en la gestión de la ciencia, donde ha ocupado importantes cargos políticos, primero en el Gobierno de José María Aznar, después en el de José Luis Rodríguez Zapatero, y a partir de 2011, en el Consejo Europeo de Investigación, institución que distribuye las ayudas para científicos más prestigiosas de la UE.
Desde abril, Fernández de Labastida ha vuelto a España para ponerse al frente de la Agencia Estatal de Investigación, pilar de la financiación de la investigación científica del Estado. Esta entidad, con unos 200 empleados y una red de colaboradores de unos 35.000 científicos repartidos por todo el país, celebra esta semana sus primeros 10 años de vida. La Agencia nació para que España tuviese una entidad equiparable a otros países europeos, y uno de sus principales objetivos es ganar más reconocimiento a nivel internacional, explica Fernández de Labastida en una entrevista con EL PAÍS en la que desgrana los mayores retos pendientes de la entidad y, por tanto, de la investigación científica en España.
Una tarea prioritaria para Fernández de Labastida es avanzar en la “simplificación” de los trámites para que los científicos accedan a fondos públicos. El gestor asegura que se ha conseguido mucho en este campo gracias al plan Agiliza, puesto en marcha en 2024, y que debía solucionar la situación kafkiana en la que se encontraba la comunidad científica hace unos años al tener fondos, pero no poder comprar ni sillas debido al laberinto burocrático. Eso sí, los investigadores tal vez “todavía no han visto mucho los efectos porque las convocatorias tienen un desarrollo de hasta tres años”, reconoce el responsable de la Agencia. Pero añade que su objetivo es acercar a España al modelo de la UE, que es la financiación a tanto alzado (basado en resultados, no en costes), que simplificaría la vida de los investigadores como nunca antes. Fernández de Labastida lo explica así: “Hay un proceso de evaluación y de selección riguroso, pero una vez que se decide darte la ayuda, luego te voy a pedir que me digas si has alcanzado los hitos objetivos que te proponías hacer, pero no te voy a pedir el detalle de cómo te has gastado el último euro”. “Me gustaría dar un paso en esa dirección y voy a hacer todo para que ocurra, pero para ello hay que cambiar la ley de subvenciones, lo que no depende solo de nosotros”, advierte.
El sistema científico español está viviendo récords históricos de gasto. La duda es si se podrá mantener este nivel cuando, a partir del próximo año, empiece a decaer la financiación que llega de la Unión Europea, que ha sido fundamental para que el sector público haya podido alcanzar estos niveles inauditos de financiación. Fernández de Labastida asegura que no habrá recortes. “De momento hemos mantenido el presupuesto este año, aunque no hemos tenido ya prácticamente fondos europeos y esperamos poder seguir manteniéndolos así en 2026”, destaca.

De cada al futuro próximo, España se enfrenta a un debate crucial: aceptar o no abrir el presupuesto de investigación a cuestiones de uso dual, es decir, civil y militar. Fernández de Labastida explica que el mismo debate se está dando ahora en Europa, que está planeando los próximos presupuestos para 2028-2034. En un momento en el que Europa necesita rearmarse y ser más independiente de Estados Unidos, las cuentas de la ciencia reflejarán ese movimiento, pues incluirán en un mismo paquete los proyectos de investigación civil y defensa. España intenta estar siempre alineada con Europa, razona Fernández de Labastida, y aquí el debate comenzará a partir de 2026, cuando el país empezará a trazar su estrategia estatal de investigación para el mismo periodo 2028-2034. “Yo creo que probablemente avanzaremos en la misma dirección”, señala, y añade sus esperanzas de que esto será bien recibido. “No creo que la comunidad científica viva aislada de lo que está pasando en el mundo. Es cierto que hay una parte que es avanzar en el conocimiento en sí mismo, pero la labor científica es también progresar en ese conocimiento para una mejora de la sociedad, la economía, un mejor bienestar social, y en todo esto hay también un ingrediente de autonomía estratégica tecnológica y de defensa. Todo esto está calando en la comunidad científica, así que no espero de ellos una reacción visceral” en contra, razona.
El director de la agencia estatal también habla del problema del fraude científico y las fábricas de estudios amañados. Uno de los casos más sangrantes de la historia reciente es el del actual rector de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado, de quien EL PAÍS desveló una continuada mala praxis, y que por ello fue suspendido por la Agencia Estatal de Investigación como evaluador. “Que yo sepa no hay ningún otro evaluador suspendido”, asegura Fernández de Labastida, que detalla que su organismo tiene unos 200 colaboradores científicos y un banco de unos 35.000 investigadores que apoyan a la agencia como evaluadores. Corchado da “una mala imagen al país”, reconoce, “pero afortunadamente hay muy pocos casos”. El director cree que su organismo está blindado ante prácticas como la del rector de Salamanca. “Estamos bastante protegidos porque usamos el sistema DORA para evaluar la investigación, que está basada en mirar realmente la producción científica que ha tenido el investigador, no guiarnos por indicadores bibliométricos. Nosotros lo que le pedimos al candidato para evaluar su currículum es que nos diga cuáles son sus diez mejores contribuciones y que nos expliquen por qué. Todas las agencias del mundo van en esta misma dirección para no dejarse cegar por indicadores que para los investigadores individuales no significan nada”, detalla.
El director de la Agencia también muestra preocupación por la situación límite de algunas universidades públicas españolas. Dice que se ha reunido con los rectores de los campus públicos y que espera hacerlo con los consejeros autonómicos para “ir de la mano” y ver qué puede hacer la agencia para apoyar a los centros más afectados. Fernández de Labastida también aborda desde su prisma el creciente número de universidades privadas, de las que reconoce que apenas hacen investigación científica. La cantidad del presupuesto total de la agencia que se llevan las universidades privadas para investigar —de más de 1.200 millones de euros— es “testimonial”, destaca. “Yo invito a las universidades privadas a que hagan investigación. Tiene un coste inicial, pero si se hace bien, puede atraer muchos recursos también. En Europa hay privadas que invierten mucho. No sé por qué aquí no lo hacen”, expone.
La primera vez que Fernández de Labastida aceptó “la llamada de España” fue en 2001, cuando se puso a las órdenes del entonces secretario de Estado de Ciencia y Tecnología, Ramón Marimón, en el Gobierno de José María Aznar. Marimón fue uno de los creadores del programa Ramón y Cajal, explica Labastida, para evitar la fuga de doctorados de España y darles la estabilidad laboral de la que carecían. El programa acaba de cumplir un cuarto de siglo, y ha beneficiado a unos 8.000 investigadores, destaca. Uno de los nuevos objetivos de Labastida es cambiar estos contratos para que comprendan una financiación adicional asociada a un proyecto de investigación concreto propuesto por el candidato. Esto puede favorecer la creación de su propio grupo de investigación y, sobre todo, servir de palanca para que puedan conseguir a su vez financiación de la Unión Europea, especialmente del Consejo Europeo de Investigación, donde España está aún por debajo del nivel que se merecería, explica Labastida. “Estamos en un 6% de retorno, cuando nuestra contribución al presupuesto es considerablemente mayor”, detalla.
El director de la AEI aspira también a consolidar la igualdad y la diversidad con su segundo plan en estos temas. “La participación de la mujer en la ciencia todavía es muy mejorable, y este segundo plan debe avanzar en esta política para que participe más, también para que tenga más liderazgo en la investigación”, detalla.
Y por último, expresa un sueño de futuro. “Que en los próximos 10 años haya uno o varios investigadores que hayan sido financiados por la agencia que consigan el máximo galardón de reconocimiento internacional, el premio Nobel. Tenemos que trabajar para que eso ocurra y yo creo que es posible conseguirlo”.
EL PAÍS
